No soportaré más esta situación. Me iré, pero no sin antes llevarme a mi hermana. mi padre intentó impedírmelo pero luché con todas mis fuerzas por llevármela. Al fin mi padre desistió, así que la cogí de la mano y salí de aquella casa. No volvería jamás.
¿Qué iba a hacer ahora?- pensé.
La angustia se apoderó de mi y, estando ya lejos de casa después de andar sin saber hacia donde, me senté. Comencé a sentir un nudo en la garganta y ganas de llorar, llorar de desesperación por no saber que hacer, como actuar. Estaba sola y debía cuidar de mi hermana. Ella no era consciente de la situación puesto que tenía tan solo cuatro años. De repente, recordé a María, mi mejor amiga. Ella me ayudaría. Fui a su casa y le conté mi situación, a lo que ella me respondió con una sonrisa y tranquilizándome, me prometió que me ayudaría. Confío en ella.
Natalia Varela Mallo
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